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El accionariado ciudadano, para la gestión de los servicios del territorio
¿Qué problema soluciona?

La gestión y la reducción de desechos representa un problema de difícil solución para cualquier territorio. Con frecuencia la ciudadanía exige el cierre de las plantas, consideradas dañinas para la salud y para el ambiente.

En la mayoría de los casos, la tipología y la calidad de la gestión, por lo general confiada a empresas privadas, es la que crea daños en el territorio. La gestión privada de las instalaciones para la reducción, efectivamente, privilegia la ganancia con respecto a otras variables como la sostenibilidad ambiental y el impacto económico sobre el territorio, generando altas tasas de contaminación del aire, del agua y de los suelos. Las empresas privadas difícilmente dan importancia a las problemáticas ligadas a la ocupación y a la calidad de vida de las comunidades locales. El cierre de estas instalaciones, además, con frecuencia deja como herencia a los territorios descargas no trabajadas, con todos los problemas que éstas implican.

Por todas estas razones, por lo general, las instalaciones para la reducción de desechos son vistas por la población como estructuras dañinas para el territorio y para las actividades económicas locales. En los lugares donde funcionan plantas para el tratamiento de desechos se pueden observan con frecuencia batallas ciudadanas para que sean desmanteladas, que se concluyen con el cierre de los lugares o con decisiones impuestas desde lo alto, que quitan consenso a las instituciones locales.




Promoviendo una forma de gestión pública de una planta de reducción de desechos, una Administración local puede dar un giro a la opinión común. Estas instalaciones, de hecho, si se gestionan de forma transparente, sostenible, rentable, con una participación directa de los ciudadanos, pueden convertirse en un recurso notable para el desarrollo económico y social del territorio. Una sociedad como Belvedere S.p.A, técnicamente pública/privada, con una participación del Municipio de Peccioli del 62% y el resto de un accionariado difuso, que responde a las lógicas de una sociedad pública, representa una solución innovadora que permite una gestión de las descargas participativa y transparente. Belvedere logró mantener bajos los niveles de contaminación, crear oportunidades de empleo, redistribuir las ganancias derivadas de las actividades de tratamiento de desechos, reinvertir las ganancias en sectores identificados de manera consensual.

Antes de iniciar una gestión pública directa del lugar, el Municipio de Peccioli se encontraba afrontando los problemas típicos de una mala gestión de las descargas, que recogía con grandes dificultades los desechos de 6 Municipios de la zona. Los Municipios interesados y las autoridades provinciales presionaban por el cierre total de las instalaciones. Pero el Municipio de Peccioli atravesaba un periodo de crisis económica y no disponía de los fondos necesarios para realizar un saneamiento ambiental del territorio, que presentaba un nivel preocupante de contaminación derivado de los desechos tratados en las instalaciones. Finalmente, justo en esos años, se observaba una crisis regional debida a la reducción de los desechos, determinada por el cierre del incinerador de Florencia, el más grande de la región Toscana.

El cierre de las instalaciones, entonces, habría permitido la eliminación de un problema, si bien importante, dejando todos los otros tal como estaban. Es en este contexto que la Administración municipal de Peccioli tomó la iniciativa de presentar a la Administración regional un proyecto de bonificación del viejo lugar y de recuperación de nuevas volumetrías para la reducción de los desechos, para poner a disposición de todo el territorio regional. Beneficiando de esta manera las financiaciones externas, además de los escasos recursos propios, se dio inicio a la gestión de la planta, propiedad del Municipio de Peccioli.

La gestión de las actividades y la continua atención al crecimiento y al desarrollo territorial llevó al Municipio de Peccioli, en 1997, a la decisión de convertir la cuota de asociación en paquetes accionarios públicos; para la adquisición de éstos se invitó a todos los ciudadanos de Peccioli y de los municipios del área a participar.

El Municipio creó entonces la empresa Belvedere y luego distribuyó la propiedad entre los ciudadanos, desatando un mecanismo de fuerte crecimiento mediante una cultura empresarial difusa.




La decisión de enfocarse en la gestión pública de la descarga, adoptando una óptica a largo plazo, permitió recuperar la función del operador público para proyectar y crear un ejemplo de gobernabilidad (governance) de los recursos colectivos territoriales. Peccioli, con su descarga, representa un modelo de desarrollo desde abajo, guiado por un sujeto colectivo, representado por la Administración Pública y por la población local, que participa de forma directa en las decisiones políticas y en las actividades económicas.